El Elefante y el Ratón

Origen: África (Variante popular)

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Había una vez en la vasta selva africana, un elefante majestuoso llamado Elio y un pequeño ratón llamado Remy. A pesar de sus tamaños tan diferentes, Elio y Remy eran grandes amigos y compartían muchas aventuras juntos.

Un día, mientras exploraban la selva, Elio y Remy se encontraron con un grupo de animales que se burlaban de la extraña amistad entre el gigante elefante y el diminuto ratón. Los animales se reían y decían: "¿Cómo es posible que un elefante y un ratón sean amigos? Son tan diferentes, no tienen nada en común."

Elio, aunque era fuerte y gigante, tenía un corazón amable y sabía que la verdadera amistad no se basa en las apariencias o en las diferencias externas. Él le dijo a Remy: "No te preocupes por lo que dicen los demás, amigo mío. Nuestra amistad es fuerte y valiosa, y eso es lo que importa."

Un día, mientras Elio y Remy exploraban una parte desconocida de la selva, se encontraron con un gran problema. Habían llegado a una zona pantanosa y Elio, con sus patas enormes, quedó atrapado en el lodo espeso. Intentó moverse, pero cada esfuerzo lo hundía más.

Remy, aunque pequeño, no dudó en ayudar a su amigo. Corrió alrededor de Elio buscando una solución y finalmente tuvo una idea brillante. Con su agudo ingenio, Remy encontró ramas y hojas para construir una especie de puente que permitiera a Elio salir del lodo.

Con paciencia y trabajo en equipo, lograron construir el puente improvisado. Elio pudo salir del pantano, agradecido por la astucia y el ingenio de su pequeño amigo. Ambos animales se abrazaron con cariño, demostrando que la verdadera amistad va más allá de las diferencias físicas.

Los animales que se habían burlado de la amistad entre Elio y Remy quedaron sorprendidos al ver cómo el ratón había salvado al elefante. Se dieron cuenta de que la verdadera grandeza no se encuentra solo en el tamaño o la fuerza, sino en el corazón y en la voluntad de ayudar a los demás.

La moraleja de esta historia es que la verdadera amistad y el valor no se miden por el tamaño o la apariencia. La fuerza de una amistad radica en la lealtad, el apoyo mutuo y la disposición para ayudarse en los momentos difíciles. Aceptar y valorar las diferencias entre amigos fortalece los lazos y demuestra que la verdadera grandeza está en el corazón.

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