El Flautista de Hamelín
Origen: Alemania (Hermanos Grimm)
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Hace mucho tiempo, en el pintoresco pueblo de Hamelín, la gente vivía felizmente hasta que una plaga de ratas invadió sus calles. Los habitantes estaban desesperados, buscando una solución para librarse de esta molesta plaga que amenazaba con destruir sus cosechas y propagar enfermedades. Fue en este momento crítico cuando apareció un misterioso flautista, vestido con ropas brillantes y una mirada enigmática.
El flautista se acercó al alcalde del pueblo y le prometió liberar a Hamelín de las ratas a cambio de una recompensa generosa. El astuto alcalde, viendo una oportunidad para deshacerse del problema, aceptó la oferta del flautista. Sin dudarlo, el músico comenzó a tocar su flauta de tono hipnotizante, llenando el aire con melodías mágicas que atraían a las ratas como imanes.
Maravilladas por la música del flautista, las ratas salieron de sus escondites y lo siguieron por las calles de Hamelín. El músico, con su flauta encantadora, lideró a la multitud de roedores hacia el río cercano, donde todos perecieron ahogados. El pueblo estaba extasiado al ver cómo las ratas desaparecían, creyendo que su problema había llegado a su fin.
Sin embargo, al cumplir su parte del trato, el flautista acudió al alcalde en busca de la recompensa prometida. Pero el codicioso alcalde, temeroso de perder tanto dinero, rechazó pagar al flautista la cantidad acordada. Enfurecido por la traición, el músico decidió vengarse de Hamelín de una manera peculiar.
Una tarde, cuando todos los habitantes estaban sumidos en la tranquilidad de sus quehaceres, el flautista volvió a tocar su melodía mágica. Esta vez, sin embargo, no eran las ratas las que respondían al llamado, sino los niños del pueblo. Fascinados por la música, los pequeños seguían al flautista, dejando atrás a sus padres y hogares.
Hamelín se sumió en la desesperación mientras los padres corrían tras sus hijos perdidos. El flautista llevó a los niños a una cueva en la montaña, donde desaparecieron sin dejar rastro. El pueblo quedó sumido en el lamento, con el eco de las melodías del flautista resonando en sus oídos como un cruel recordatorio de su codicia y traición.
La moraleja de esta historia es clara: nunca dejes de cumplir tus promesas. La avaricia y la falta de honradez pueden llevar a consecuencias trágicas. En la búsqueda de soluciones rápidas, no debemos olvidar los valores fundamentales de la honestidad y la gratitud. El cuento del Flautista de Hamelín nos recuerda que las acciones tienen consecuencias, y que la traición puede conducir a la pérdida de lo más preciado.Mira más cuentos