El Lobo y los Siete Cabritillos

Origen: Alemania (Hermanos Grimm)

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Había una vez, en un tranquilo bosque, una mamá cabra que vivía con sus siete cabritillos. Los pequeños cabritos eran juguetones y curiosos, pero su mamá siempre les advertía sobre el astuto lobo que rondaba la zona, buscando una oportunidad para hacerles daño.

Un día, la mamá cabra tuvo que salir de casa para buscar comida. Antes de partir, les recordó a sus cabritillos que no abrieran la puerta a nadie, excepto a ella. "El lobo es astuto y tratará de engañarlos", les advirtió con firmeza.

Los cabritillos asintieron con la cabeza, prometiendo obedecer a su madre. Mientras la mamá cabra estaba fuera, el lobo acechaba cerca, observando la casa con ojos hambrientos. Al llegar, tocó a la puerta con voz suave, intentando imitar la voz de la mamá cabra. "Soy yo, mamá. Ábranme la puerta", dijo el lobo.

Uno de los cabritillos, ingenuo y confiado, corrió a abrir la puerta sin pensarlo dos veces. Pero al ver al lobo, se asustó y gritó: "¡No eres mi mamá! ¡Eres el lobo malo!". El lobo, molesto por haber sido descubierto, trató de atrapar al cabritillo, pero este logró escapar y cerrar la puerta con llave.

El lobo, no dispuesto a darse por vencido, decidió probar otra estrategia. Se acercó a la ventana y habló con voz suave: "No tengan miedo, queridos cabritillos. Su mamá me envió a recogerlos. Abran la puerta y síganme". Pero los cabritillos recordaron las palabras de su madre y se negaron a abrir la puerta, reconociendo la falsa amabilidad del lobo.

Viendo que sus intentos de engañar a los cabritillos no estaban dando resultados, el lobo decidió cambiar de táctica. Encontró la chimenea y, con voz dulce, susurró: "Cabritillos, he traído regalos para cada uno de ustedes. Bájenme la cuerda para que pueda subir y entregárselos".

Los cabritillos desconfiaron, pero el lobo continuó insistiendo. Uno de los cabritillos, tentado por la promesa de regalos, estuvo a punto de bajar la cuerda. Sin embargo, sus hermanos mayores lo detuvieron a tiempo, recordándole la importancia de escuchar a su madre y no confiar en extraños.

El lobo, frustrado y hambriento, decidió poner en práctica su último plan. Esperó a que la mamá cabra regresara a casa y se fuera a descansar con sus cabritillos. Luego, en la oscuridad de la noche, intentó colarse por la ventana. Pero los cabritillos, alertados por el ruido, despertaron y gritaron: "¡El lobo está aquí! ¡Cierren la ventana!".

La mamá cabra, al escuchar el alboroto, corrió hacia la ventana y vio al lobo intentando entrar. Rápidamente, cerró la ventana y llamó a la policía del bosque. Los guardabosques acudieron en ayuda de la familia de cabras y lograron ahuyentar al lobo, quien huyó derrotado y hambriento.

Con el lobo alejado, la mamá cabra abrazó a sus cabritillos y les agradeció por recordar sus lecciones y mantenerse fuertes ante las artimañas del lobo. Desde ese día, los cabritillos aprendieron la importancia de ser cautelosos y no dejarse llevar por las apariencias.

La moraleja de esta historia es clara: en la vida, es fundamental ser precavidos y no confiar ciegamente en aquellos que parecen amigables pero pueden ocultar intenciones maliciosas. La astucia y la prudencia son virtudes que nos protegen de posibles peligros, y es importante recordar las lecciones de quienes nos cuidan para mantenernos seguros y felices.

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