El Mono y el Cocodrilo
Origen: África (Variante popular)
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Había una vez en la exuberante selva africana, un mono travieso llamado Simba, conocido por su ingenio y astucia. Simba vivía en lo más alto de un frondoso árbol, desde donde disfrutaba burlándose de los demás animales de la selva. Un día, mientras saltaba de rama en rama, se encontró con un cocodrilo llamado Croco, que descansaba plácidamente junto al río.
Simba, siempre en busca de emociones, decidió jugar una broma al perezoso cocodrilo. Se acercó sigilosamente y, con su aguda inteligencia, comenzó a imitar los sonidos de otros animales de la selva. Croco, pensando que eran sus compañeros, se emocionó y se sumergió en el río en busca de la supuesta diversión.
Sin embargo, Simba no estaba satisfecho con solo asustar al cocodrilo. Decidió llevar la broma un paso más allá y se subió al lomo de Croco mientras este nadaba. El cocodrilo, al darse cuenta de la travesura, se enfadó y amenazó al mono con su afilada mandíbula. Simba, sin perder su chispa, le dijo riendo: "¡Tranquilo, amigo Croco! Solo era una broma inofensiva".
Croco, aunque molesto, decidió perdonar al mono y le advirtió que tuviera cuidado con sus travesuras. Simba, sin embargo, no aprendió la lección y continuó con sus bromas a otros animales de la selva.
Los días pasaron, y Simba se cruzó nuevamente con Croco, que descansaba cerca del mismo río. Esta vez, el mono decidió retar al cocodrilo a una competición de saltos desde las altas ramas de los árboles hasta el agua. Croco, confiado en su destreza acuática, aceptó el desafío.
Ambos competidores se lanzaron desde las alturas, pero mientras Simba ejecutaba giros y acrobacias en el aire, Croco se limitaba a caer pesadamente al agua. La selva entera observaba la competición, y las risas se escuchaban por doquier. Simba ganó la competición, dejando a Croco avergonzado y humillado.
Sin embargo, en lugar de enojarse, Croco decidió enseñarle a Simba una valiosa lección. Se acercó al mono y le dijo con calma: "Simba, la verdadera destreza no radica en burlarse de los demás, sino en respetar las habilidades y fortalezas de cada uno. Aprende a ser humilde y a valorar a los demás, porque la vida es un constante equilibrio".
Simba, por primera vez, sintió remordimiento por sus acciones. Agradeció la lección de Croco y prometió cambiar su comportamiento. Desde ese día, el mono abandonó sus travesuras y empezó a relacionarse con los demás animales de la selva de una manera más respetuosa y considerada.
La moraleja de esta historia es que la verdadera grandeza no reside en burlarse o humillar a los demás, sino en reconocer y respetar las habilidades y fortalezas de cada individuo. La humildad y el respeto son virtudes que nos permiten construir relaciones sólidas y contribuir a un ambiente armonioso en la sociedad. Así, Simba aprendió que la verdadera destreza no está en la habilidad de burlarse, sino en la capacidad de aprender y crecer como seres humanos.Mira más cuentos