La Pescador y su Mujer
Origen: Alemania (Hermanos Grimm)
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Había una vez, en un pequeño pueblo junto al mar, un pescador y su mujer. El pescador pasaba sus días en el mar, lanzando su red al agua y esperando pacientemente a que el océano le brindara su sustento. Un día, después de horas de esfuerzo, el pescador atrapó un pez mágico que, al hablar, le pidió ser liberado a cambio de concederle tres deseos. El pescador, sorprendido pero generoso, soltó al pez y regresó a su hogar para contarle a su mujer la extraordinaria experiencia.
La mujer, una alma ambiciosa, no podía contener su emoción al escuchar la historia de su marido. Inmediatamente, le instó a regresar al mar y pedir al pez que les concediera riqueza y poder. A regañadientes, el pescador volvió al océano y llamó al pez. Este, recordando la generosidad del pescador, cumplió su deseo, transformando la modesta choza del pescador en un lujoso palacio y otorgándoles riquezas inimaginables.
La pareja vivió una vida de opulencia y poder, pero la ambición de la mujer no conocía límites. Un día, sintiéndose insatisfecha con su gran fortuna, le instó a su marido a pedir al pez que los hiciera reyes. El pescador, preocupado por la naturaleza desmedida de los deseos de su esposa, titubeó pero finalmente accedió a su petición.
El pez mágico, aunque cumplió el deseo, no lo hizo de la manera que la mujer esperaba. En lugar de convertirse en reyes de un gran reino, la pareja fue trasladada a un oscuro y húmedo castillo en medio de un bosque. La mujer, furiosa por no obtener lo que deseaba, exigió al pescador que volviera al pez y pidiera más. El pescador, sintiéndose atrapado entre la gratitud hacia el pez y los deseos insaciables de su esposa, regresó al mar y expresó sus preocupaciones.
El pez, al escuchar la nueva petición, suspiró y le recordó al pescador la generosidad que él le había mostrado liberándolo en un principio. A pesar de ello, cumplió el deseo de la mujer, devolviéndolos a su antigua choza junto al mar. Sin embargo, ahora estaban más pobres que antes, con la opulencia y el poder desaparecidos.
La mujer, lejos de aprender la lección, continuó con sus demandas. Esta vez, quería ser emperatriz y gobernar sobre todo el mundo. El pescador, temeroso de las consecuencias pero incapaz de negarle a su esposa, regresó al mar y pidió al pez que cumpliera el último deseo.
El pez, visiblemente molesto, concedió la petición de la mujer. Sin embargo, la ambición sin límites de la mujer la llevó a enfrentar desafíos inimaginables como emperatriz. La gente se rebeló contra su gobierno opresivo, y su imperio colapsó en desgracia. La mujer, derrotada y humillada, regresó a la choza junto al mar.
El pescador, cansado de la avaricia de su esposa, le suplicó al pez que restaurara su vida sencilla. El pez, recordando la generosidad inicial del pescador, cumplió su último deseo, devolviéndolos a su modesta choza y restaurando la paz en sus vidas.
Moraleja: La historia del pescador y su mujer nos enseña sobre la importancia de la gratitud y la moderación en nuestros deseos. La ambición sin límites y la búsqueda constante de más pueden llevarnos por un camino de pérdida y desgracia. La generosidad y la aceptación de lo que tenemos pueden ser más valiosas que la búsqueda interminable de riqueza y poder.Mira más cuentos