El Pez Arcoíris
Origen: China (Variante popular)
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Había una vez, en lo más profundo del océano, un hermoso pez llamado Arcoíris. Su cuerpo brillaba con todos los colores del arco iris, desde el rojo intenso hasta el violeta profundo. Arcoíris era conocido por su belleza única y su naturaleza amigable. Nadaba alegremente entre las algas y coral, iluminando el océano con su resplandor multicolor.
Un día, mientras exploraba los arrecifes de coral, Arcoíris conoció a una tortuga sabia llamada Donatello. Donatello era anciano y experimentado, con caparazón arrugado pero ojos llenos de sabiduría. Al ver la radiante belleza de Arcoíris, Donatello sonrió y le dijo: "Pequeño pez, tienes un regalo único. Pero recuerda, la verdadera belleza proviene del interior."
Arcoíris, curioso y emocionado, preguntó a Donatello sobre el significado de esas palabras. La tortuga le contó una antigua leyenda sobre un tesoro escondido en el corazón del océano. Se decía que aquellos que descubrían este tesoro encontraban la verdadera belleza y sabiduría.
Motivado por la historia, Arcoíris decidió emprender una búsqueda para encontrar el tesoro oculto. Nadó a través de corrientes y cuevas, enfrentando desafíos y conociendo a criaturas marinas de todo tipo. En su viaje, aprendió lecciones valiosas sobre la amistad, la paciencia y la importancia de apreciar la diversidad del océano.
Después de muchas aventuras, Arcoíris finalmente llegó a una caverna oscura y misteriosa. Allí, en lo más profundo, encontró un cofre brillante que emitía una luz suave. Con cuidado, lo abrió y descubrió que el tesoro era un espejo mágico. Pero, en lugar de reflejar su apariencia externa, el espejo revelaba su verdadero yo interior.
Al principio, Arcoíris se sorprendió al ver su reflejo interior, pero pronto comprendió la sabiduría de Donatello. Vio su amabilidad, su generosidad y su amor por la vida reflejados en el espejo. Se dio cuenta de que la verdadera belleza no residía solo en sus colores deslumbrantes, sino en las acciones y sentimientos que compartía con los demás.
Lleno de gratitud, Arcoíris regresó al arrecife de coral y compartió su experiencia con Donatello y sus amigos. Les habló sobre la importancia de mirar más allá de las apariencias y valorar las cualidades internas de cada ser. Juntos, celebraron la lección aprendida y la belleza que ahora irradiaba desde el corazón de Arcoíris.
La moraleja de la historia es clara: la verdadera belleza se encuentra en el interior de cada ser. No debemos juzgar a los demás por su apariencia externa, sino por sus acciones y bondad. Al igual que Arcoíris, cada uno de nosotros lleva un tesoro dentro, y es nuestra responsabilidad descubrirlo y compartirlo con el mundo.Mira más cuentos