El Sabio y el Necio
Origen: India (Variante popular)
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Había una vez en un lejano reino, un sabio anciano que vivía en la cima de una colina. Su sabiduría era conocida en todo el reino, y la gente de los alrededores acudía a él en busca de consejo. Por otro lado, en el mismo reino, había un necio que se jactaba constantemente de su astucia y conocimiento, aunque en realidad carecía de ambas cualidades.
Un día, el necio decidió retar al sabio a un concurso de inteligencia. Creía que podía demostrar que su astucia superaba la sabiduría del anciano. El sabio, siempre tranquilo y humilde, aceptó el desafío con una sonrisa en el rostro.
El concurso se llevó a cabo en la plaza del pueblo, con una multitud ansiosa por presenciar el enfrentamiento entre el sabio y el necio. El rey mismo estaba presente para actuar como juez. Cada uno de ellos tendría que resolver tres acertijos difíciles, y el que respondiera correctamente la mayoría sería declarado vencedor.
El sabio, con calma y paciencia, escuchó cada acertijo cuidadosamente antes de dar sus respuestas. Cada una de sus soluciones era profunda y llena de sabiduría, dejando a la multitud impresionada por su conocimiento. El necio, por otro lado, respondió precipitadamente, confiando en su supuesta astucia sin realmente entender los acertijos.
A medida que avanzaba el concurso, quedó claro que el sabio estaba ganando de manera abrumadora. El necio, frustrado y avergonzado, intentó desesperadamente cambiar las reglas del concurso y buscar excusas para explicar su falta de éxito. Sin embargo, el sabio permaneció sereno, sin dejarse afectar por las artimañas del necio.
Finalmente, después de que el sabio respondió el último acertijo de manera magistral, la multitud estalló en aplausos. El rey, reconociendo la sabiduría del anciano, lo declaró ganador del concurso. El necio, humillado y derrotado, se retiró entre murmullos y risas de la multitud.
Mientras el sabio descendía de la plataforma, el rey se acercó a él y le preguntó por qué había aceptado el desafío del necio. El sabio sonrió y respondió: "A veces, la verdadera sabiduría radica en no temer a los desafíos y en tratar a todos con respeto, incluso a aquellos que se consideran astutos. La verdadera grandeza no se demuestra derrotando a los demás, sino elevándolos."
El sabio regresó a su hogar en la cima de la colina, mientras la multitud continuaba celebrando su victoria. El necio, por otro lado, reflexionó sobre sus acciones y decidió buscar conocimiento genuino en lugar de depender de su falsa astucia.
La moraleja de esta historia es que la verdadera sabiduría no radica en la vanidad y la arrogancia, sino en la humildad y la paciencia. Aceptar la derrota con gracia y aprender de ella es una muestra de verdadera grandeza. Además, el respeto hacia los demás, incluso aquellos a los que consideramos menos sabios, es crucial en el camino hacia la verdadera sabiduría.Mira más cuentos