El Sastrecillo Listo

Origen: Alemania (Hermanos Grimm)

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Había una vez una princesa muy orgullosa que desafiaba a todos los pretendientes que se le presentaban con acertijos imposibles. Si no lograban resolverlos, los despedía con burlas y mofas. Un día llegaron tres sastres, los dos mayores pensaron que después de haber acertado tantas puntadas, mucho sería que fallaran en aquella ocasión. El tercero, en cambio, era un cabeza de chorlito, que no servía para nada, ni siquiera para su oficio; confiaba, empero, en la suerte; pues, ¿en qué cosa podía confiar? Los otros dos le habían dicho: - Mejor será que te quedes en casa. No llegarás muy lejos con tu poco talento. Pero el sastrecillo no atendía a razones, y, diciendo que se le había metido en la cabeza intentar la aventura y que de un modo u otro se las arreglaría, marchó con ellos, como si tuviera el mundo en la mano.

Los tres sastres se presentaron ante la princesa y le pidieron que les planteara su acertijo. Ellos eran los hombres indicados, de agudo ingenio, que sabían cómo se enhebra una aguja. La princesa les dijo: “Tengo en la cabeza un cabello de dos colores: ¿qué colores son éstos?” El primero respondió: “Es negro y blanco, como el de ese paño que llaman sal y pimienta”. El segundo dijo: “Será castaño y rojo, como el traje de fiesta de mi padre”. Pero el sastrecillo, adelantándose audazmente, dijo: “La princesa tiene en la cabeza un cabello plateado y dorado, y estos son los dos colores”. La princesa se sorprendió al oír sus palabras, pues el sastrecillo había adivinado el acertijo, y ella estaba casi segura de que ningún ser humano sería capaz de hacerlo.

La princesa, sin embargo, no se rindió y le propuso al sastrecillo un nuevo desafío: pasar la noche en el establo con un oso. Si sobrevivía, se casaría con él. El sastrecillo aceptó el reto y, con astucia, logró engañar al oso y sobrevivir la noche. La princesa, impresionada por su valentía, cumplió su promesa y se casó con él.

La moraleja de este cuento es que no importa cuán pequeño o débil seas, siempre puedes superar grandes desafíos si tienes astucia y habilidad. El sastrecillo logró superar grandes desafíos gracias a su ingenio y habilidad, y no a su fuerza física. Este cuento nos enseña que la astucia y la habilidad son más importantes que la fuerza bruta, y que nunca debemos subestimar a alguien por su apariencia o tamaño.

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